
Por Marcelo Martinez.
Mucho antes de que el sainete se convirtiera en el trampolín que catapultó al éxito al tango canción, los circos criollos contaron con la intervención de músicos y cantores populares, siendo esta la primera incursión de la música ciudadana en la escena rioplatense. En Uruguay los hermanos Podestá se sintieron inspirados por el arte de los circos europeos que recalaron en Montevideo durante la segunda mitad del siglo XIX. Pioneros en la fundación del Circo Criollo, José y Pablo Podestá sentaron las bases de una disciplina circense – teatral que se difundiría ampliamente en el territorio rioplatense. José Podestá se hizo famoso por su célebre payaso “Pepino el 88´´, mientras que Pablo – el menor de los nueve hermanos – destacó como actor, compositor y violoncelista.
Antes de convertirse en figuras centrales de la escena popular, los Podestá practicaban acrobacias en los médanos de “Los Sauces´´, un páramo costero que décadas mas tardes los montevideanos conocerían con el nombre de “Parque Urbano´´ (actual Parque Rodó). Pero la representación dramática dentro del circo se inició con la obra “Juan Moreira´´, adaptación escénica de la novela gauchesca del mismo nombre, obra de Eduardo Gutiérrez. El estreno tuvo lugar en Chivilcoy en abril de 1886 y estuvo a cargo de la compañía Podestá – Scotti. Un hecho singular es que la primera vez que una milonga se bailó en escena fue durante la representación de Juan Moreira en Montevideo. El hecho aconteció en 1899 en la esquina de San José y Soriano, junto al antiguo Mercado de la Abundancia.
El cantor y compositor sanducero Alfredo Eusebio Gobbi fue otra de las figuras importantes vinculadas al mundo del circo criollo. Antes de convertirse en uno de los pioneros del tango en París, Gobbi fue actor y acróbata en varios circos de Montevideo y Buenos Aires.
Finalmente, la pieza clave de esta historia entretejida entre los orígenes del Circo Criollo y la historia del Tango, es la amistad entre Pablo Podestá, Carlos Gardel y José Razzano. En 1919 los integrantes del dúo habían participado de una función en el Teatro Avenida, que se realizó a beneficio del celebrado actor. Ese año Pablo Podestá manifestó los primeros síntomas de una demencia que acabaría con su vida cuatro años mas tarde. Francisco Gracia Jiménez transcribe una emotiva anécdota relatada por Razzano que narra el último encuentro entre los tres: “A poco tiempo de ese gran homenaje a Pablo Podestá, tuve que internarme en un sanatorio donde me hicieron una delicadísima operación quirúrgica en la garganta. Ya convaleciente -pero sujeto a restricciones muy severas; entre ellas, la prohibición de hablar “Gardel solía venir a buscarme los días de sol para hacer un corto y silencioso paseo. La casa de salud donde Pablo estaba recluido era cercana al sanatorio, y, en uno de dichos paseos, al pasar por su puerta, nos encontramos con Pepe y Antonio Podestá que iban a visitar a su pobre hermano. «Muchachos -dijeron-. Vengan con nosotros a verlo…» Gardel les explicó mi estado. Ellos insistieron. Entramos. En qué milagroso instante de lucidez hallamos a aquel querido e infeliz amigo, inolvidable puntal de nuestros primeros triunfos. Nos reconoció, abrazándonos en forma conmovedora. -«¡Canten! ¡Canten!… -nos pedía».
Gardel le hizo comprender que yo no podía ni hablar. -«¡Cantá vos, Carlitos!… -le dijo-. Cantáme “Amargura”…» Trajo su violoncello del que nunca se separó y sin una vacilación le acompañó a Gardel el estilo. La voz de Carlos se quebraba en sollozos. También las cuerdas del violoncello. Nosotros, escuchando, conteníamos los nuestros. Pero el semblante de Pablo estaba transfigurado en un éxtasis dichoso, porque una luz reminiscente rasgaba los velos de la locura.”
Pablo Podestá falleció en Buenos Aires el 26 de abril de 1923. Fue el autor del estilo “La piedra del escándalo´´ que estuvo presente en el repertorio del dúo Gardel – Razzano. El tango menciona la persona de Pablo Podestá en por lo menos dos oportunidades. En vida del actor el pianista José Martínez compone en su homenaje el tango “Pablo´´ y años más tarde el letrista uruguayo Horacio Sanguinetti lo nombra en los versos de “Era en otro Buenos Aires´´: “ ¡Buenos Aires! / Del tiempo de Julio Roca/ y de Pablo Podestá´´.
Vale acotar en el final de esta nota la feliz coincidencia de que el terreno que Carlos Gardel escrituró a su nombre en 1933, para construir su casa en Montevideo, se encuentra ubicado justamente en la calle Pablo Podestá.